T-Systems-Claim-Logo
Buscar
Hombre de negocios sonriente con mano de juguete

¿Todo es «smart»?

Más fresco que «listo», más social que «astuto», más suelto que «inteligente»: el concepto «smart» no es nada fácil de definir.

10-sep-2020

Ahora todo es «smart», ¿verdad?

Esta palabra tiene una larga y sorprendente historia. Dos siglos antes de nuestra era surgió en la región alrededor del Mar Báltico la lengua protogermánica, en la cual la raíz «smarta» significaba algo como doloroso. Esta pasó al inglés antiguo como «smeart», o sea algo que causa un dolor agudo y punzante. Por el 1300 ya se había convertido en «smart», había adquirido también el significado figurado de «tajante» para calificar ciertos comentarios y se asociaba con cualidades como «perspicaz» y «fuerte». Hasta el siglo XVII siguió ramificándose y alguien que era «smart» era ahora inteligente, astuto y conocedor. Las personas con gusto por la moda ampliaron aún más su significado y, a partir de ahí, alguien podía vestirse «smart», o sea acicalado. Y hace 150 años, «smart» llegó finalmente al idioma alemán como extranjerismo elegante.

En los años 1950 comenzó la imparable expansión de esta palabra en Alemania. Ya no bastaba con ser «cool»; la vida moderna exigía algo nuevo. Y parece que «smart» vino a satisfacer esta necesidad. El primer James Bond, caracterizado por Sean Connery, era «smart» hasta más no poder: más rápido que los demás y astuto sin tener que esforzase, y rompía las reglas con facilidad y elegancia. Fresco, provocador, francamente inmoral. Simplemente «smart». Y Emma Peel se convirtió en la personificación de la mujer «smart». Esta agente secreta de la serie inglesa «Los vengadores» (título original: «The Avengers»), personificada por Diana Rigg, es hoy en día todavía un ícono del buen estilo y ejemplo de conducta femenina gracias sus apariciones en catsuit o en minifaldas con patrones de Op-Art y su imitable desenfado.

Esta nueva cualidad atractiva se volvió tan popular que gritaba por ser parodiada. Así pues, a principios de los 70, la serie cómica «Superagente 86» (título original: «Get Smart») se hizo a la tarea de parodiar a sus anchas lo «smart», el mundo de los agentes y el optimismo técnico que reinaba de nuevo por aquel entonces. La trama se desarrolla en torno al agente secreto Maxwell Smart, cuyo equipamiento se aventura a una audaz anticipación del futuro. Por ejemplo, en la central hay un robot humanoide llamado Hymie, que es un poco tonto para compensar tanta inteligencia. Y el teléfono en forma de zapato de Mr. Smart anticipa el elemento clave de la era de la comunicación: el celular o smartphone.

Primero solo las personas eran «smart», ahora las cosas también son inteligentes. A finales del siglo XX, los objetos técnicos empezaron a comportarse «como si fueran guiados por una inteligencia». En las estadísticas de frecuencia de uso de palabras, la palabra «smart» aparece en millones de libros digitalizados de los último siglo y medio, y a principios de los años 90 se constata un aumento meteórico y constante del uso que perdura hasta el día de hoy. Con el atributo «smart» se indica hoy no solo que un hardware o software es muy moderno, sino que denota también la cualidad especial de un producto de ser pequeño y práctico, ingenioso y eficiente. Pero, sobre todo, la cosa inteligente (y entretanto se habla de todo un internet de las cosas (IoT)) se busca por sí misma en la red todo lo que necesita. «Smart ya no significa hoy solo refinamiento técnico», dice Andrea Licata, fundadora de la empresa emergente «smart green» Talenteco de Berlín, «sino ahorro de recursos, ecológico y sostenible».

Cuando uno se compra un teléfono hoy, con el cual casi no hablamos por teléfono, pero que te da la impresión de que te puede llevar a la Luna si lees el manual de instrucciones, entonces sabes: es un smartphone. Estas pequeñas máquinas se han vuelto la quintaesencia del concepto «smart» en la era de la transformación digital. El smartphone no solo ha revolucionado nuestros hábitos comunicativos, sino que, con sus innumerables apps para cada ocasión, se ha convertido en el control remoto de toda nuestra vida.

Entretanto, la inteligencia artificial (IA) está en boca de todos. ¿Por qué nadie intenta enseñarle a una computadora cómo se es «smart»? ¿Debería la humanidad temer a una superinteligencia —algunos ya alertan sobre el peligro de los robots hiperinteligentes— que les arrebate el poder a sus creadores y se suba al podio de la evolución? Es algo parecido a con el humor. «Habremos logrado el objetivo soñado para la IA», dice el profesor Wolfgang Wahlster, presidente del Instituto Alemán de Investigación sobre Inteligencia Artificial, «cuando una computadora vea una película muda de Buster Keaton y se ría en las escenas cómicas». Ser «smart» —y no simplemente inteligente y sorprendente— seguirá siendo una utopía hasta para la máquina más potente por mucho tiempo, o para siempre. Mientras tanto, nos puede ayudar a seguir desarrollando sus fascinantes capacidades. «Nos fusionaremos con simulaciones cerebrales en la nube», vaticina Ray Kurzweil, director de desarrollo técnico de Google, «y seremos más smart todavía».

Más información www.literaturport.de

Autor: Peter Glaser

Estaremos encantados de recibir tu proyecto.

Con mucho gusto podemos proporcionarte los expertos adecuados y responder a tus preguntas sobre la creación, la implantación y el mantenimiento de tus soluciones de digitalización. No dudes en preguntarnos.

Do you visit t-systems.com outside of Mexico? Visit the local website for more information and offers for your country.